Lugares de interés del núcleo urbano

Cuando se visita Binissalem, se tiene que tener en cuenta que el núcleo histórico queda a cierta distancia de la carretera de Palma a Inca. La aldea que rodea la mencionada carretera, caracterizada por un urbanismo anárquico, puede confundir y disuadir el visitante distraído que crea que el pueblo empieza allí mismo, aunque, de hecho, así sea.

La ubicación geográfica de la villa —cerca de una vía de comunicación importante— fue una de las ventajas para el desarrollo económico y social. El hecho que el centro se encontrara a cierta distancia contribuyó al hecho que la trama urbana se mantuviera intacta durante siglos.

Cuando se parcelaron y establecieron estas tierras, el pueblo creció hacia el sur y al este hasta la carretera. El trazado histórico del pueblo, a partir de la fundación oficial en 1300, se había desarrollado alrededor de los núcleos primitivos más antiguos, anteriores a la Conquista. La población se esparció hacia el sur, así como hacia las tierras que rodeaban dos ejes principales: el que parte de la plaza de la Quartera al camino de Selva y el de Pere Estruch a Robines.

Desde la estación, hay que dirigirse hasta la plaza de la Iglesia, desde dónde es fácil organizar dos recorridos geográficos del entorno.

Desde el interior del pueblo se descubre uno de los conjuntos arquitectónicos más notables de Mallorca, alabado por muchos de los viajeros del siglo XIX, así como por toda una serie de escritores locales y foráneos del siglo XX. A pesar de que el entorno paisajístico del término es excepcional, aquello que sorprende y admira el visitante es la arquitectura en piedra —la conocida piedra de Binissalem.

La Plaça de l’Església y sus alrededores

La ocasión de recuperar y organizar este espacio tan amplio para integrarlo en el trazado urbano se presentó a principios del siglo XIX, cuando se prohibieron entierros en el interior de los templos, así como los antiguos cementerios parroquiales situados en el centro de las poblaciones. Las dificultades que surgieron para llevar a cabo este proyecto —de tipo religioso, político y económico— fueron comunes a todas las poblaciones de Mallorca, pero, en cuanto a Binissalem, subrayaron la personalidad y capacidad de un alcalde excepcional, Joan Josep Amengual Reus. Antes de iniciar cualquier recorrido, se puede admirar la Plaça de l’Església, una de las más bellas de la Part Forana, tanto por la armonía y amplitud de su urbanismo como por los edificios que lo rodean. Se discierne la Iglesia parroquial, monumental templo erigido en el siglo XVIII, con la plaza del siglo XIX. Antiguamente, una parte de este espacio lo ocupaba el cementerio parroquial, mientras que al lado sudeste, se abría una reducida plaza llamada de los Lledoners. Todo ello se trataba de un espacio construido de manera irregular, descuidado y lúgubre, el cual provocó que las casas vecinas abrieran sus puertas principales a las calles posteriores, para evitar, así, el espectáculo deprimente que ofrecía el entorno de la Iglesia.

A pesar de que el primer proyecto municipal de urbanización de la plaza es de 1823, la reforma definitiva se realizó entre 1854 y 1860.

 

Parque de Sa Rectoria

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Plaza 31 de desembre

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